En FEDERICO GINER tenemos muy claro que los espacios tienen el poder de hacernos sentir. Sentir protección, comodidad, alegría, nostalgia o tristeza, removiendo dentro de nosotros un sinfín de sentimientos.

Hay espacios que pasan por nuestra vida de forma esporádica, y otros que pertenecen a ella por derecho propio. De entre todos ellos, hay dos, que como nosotros evolucionan, y forman parte de nuestra vida. Espacios que nos ven reír, llorar, disfrutar y compartir. Uno es el colegio, que después pasa a instituto, universidad y puesto de trabajo. El otro es el hogar. Primero el de nuestros padres, y luego el nuestro propio.

Estos dos espacios se convierten en fundamentales en nuestro día a día, pero qué pasa cuando nos damos cuenta de que no son suficientes. Que necesitamos otro espacio para poder sentirnos mejor. Un espacio donde poder concentrarse, coger aire y seguir adelante. Hablamos del tercer espacio. Un lugar que debemos encontrar, bien en el hogar, bien en el trabajo, que nos haga sentir bien, donde sentarse y tomarse un pequeño descanso del ritmo frenético que llevamos. Un espacio íntimo y personal que nos haga sentir seguros y en sintonía con nosotros mismos.

Conscientes de la necesidad de este tipo de lugares, cada vez más empresas y universidades socialmente comprometidas, crean este tipo de espacios en rincones bien elegidos donde la luz natural y un mobiliario cómodo y atractivo componen el espacio perfecto para la relajación y la desconexión. Cafeterías, salas recreativas, espacios de coworking, lugares donde poder reflexionar a solas o en compañía, dónde compartir, dónde conversar y trabajar. Donde pensar.

El tercer espacio no solo pretende crear un ambiente que favorezca la comunicación y la interacción a través de la decoración, el mobiliario, los colores o la distribución. También pretende ofrecer espacios donde cada uno de nosotros pueda romper con la rutina diaria para respirar. Y es que, la importancia que este tipo de espacios va adquiriendo en el día a día ya es una realidad.