Los nuevos tiempos llevan asociados nuevos métodos y sistemas de enseñanza que, en muchos casos, requieren de mobiliario nuevo, flexible y versátil que pueda dar respuesta a necesidades educativas nuevas.
Eso implica generalmente tener que desprenderse del mobiliario anterior que, pese a haber dejado de ser eficaz desde un punto de vista pedagógico, puede tener todavía vida útil por delante.
Es por eso que, una vez tomada la decisión de renovar el mobiliario escolar, surgen dudas sobre qué hacer con las sillas, mesas, pupitres y otros elementos empleados hasta la fecha. Pero el contenedor de la basura no tiene por qué ser su destino final. Existen usos diferentes a los que puede destinarse ese mobiliario desfasado, que puede emprender así una nueva vida, solidaria, además, lejos de las aulas.
Donarlo a asociaciones benéficas, a organizaciones solidarias o a otros organismos sin ánimo de lucro puede ayudarles a equipar sus oficinas o a amueblar algún proyecto en el que estén trabajando.
Otra opción puede ser entregar el mobiliario a entidades de formación e inserción social. Sus usuarios, habitualmente personas en riesgo de exclusión social como pueden ser indigentes y mujeres víctimas de malos tratos, contribuirán a restaurarlos y a que puedan salir de nuevo al mercado, con un mayor valor social.
Pero si, en última instancia, el mobiliario está en tan mal estado que no puede ser reutilizado, es importante que para su retirada y gestión se recurra a las entidades pertinentes autorizadas, que se encargarán de tratar de forma apropiada todos los materiales.
Y si os habéis decidido por renovar vuestro mobiliario, permitidnos recordaros que el diseño y los materiales empleados para elaborar nuestros productos permiten alargan al máximo su ciclo de vida. Esto, unido a que todos los materiales (maderas, metales, plásticos, etcétera) son reciclables, minimizan su impacto sobre el medio ambiente.